Somos como el maíz: nuestro amor se nutre y se cuida en una tierra compartida.
Hemos enfrentado tormentas, sequías y conocido el dolor de la pérdida.
Pero también habrá días soleados con cielos limpios y lluvias que acarician.
Como el maíz, todo lo que vivimos nos transforma y nos prepara para el porvenir.
Y en esta inmensa milpa que es la vida tú y yo floreceremos bajo la luna y bajo el sol uno al lado del otro, juntos como granos de mazorca.
Seremos el fruto del tiempo que no da ni quita: sólo pasa. Y en su paso, cosecharemos lo que fuimos, lo que somos y quizás, lo que aún podemos ser.